"LLa lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes a lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes

sábado, 30 de mayo de 2015

50 AÑOS Y UN SUEÑO


Hacía tanto frío que solo apetecía llegar a casa y cobijarse entre las suaves mantas del sofá. Abrí la puerta, y dejé los libros sobre la mesa del escritorio. De la cocina emanaba un olor a chocolate recién hecho, me tomé una taza y fui a sentarme al sofá; aquel en el que había pensado cuando caminaba por la calle. 
Poco a poco, un dulce sueño se fue apoderando de mi mente... eso creo que sucedió.
No recuerdo nada más de aquella tarde de enero.

       Cuando desperté, todo era distinto: el paisaje, la casa; mi cuerpo estaba agarrotado, me costaba caminar. Al mirarme en el espejo no sabía quién era: tenía alguna arruga, canas. Llamé a mi madre pero nadie respondió. Comencé a dar vueltas por la casa, como quien acaba de perder algo importante; no conseguía ordenar mi cabeza y  pensar. Quería gritar, buscar caras conocidas, algún paisaje familiar, pero no veía nada. La desesperación se adueñó  de mí. Unos niños jugaban en el parque, tuve intenciones de llamarlos para preguntarles qué día era, pero después tuve miedo de sus burlas. Decidí bajar a la calle y entrar en un lugar, quizá un bar o un kiosco, algo que pudiera dar a mi mente lucidez. Me acerqué a un escaparate y leí una noticia en el periódico:

“50 ANIVERSARIO DEL FINAL DE LA CRISIS”
“HOY, DESPUÉS DE TANTO TIEMPO,
NO HAY NINGUNA PERSONA
SIN EMPLEO”
   
       Corrí sin rumbo, sin saber adónde ir, como un animal cuando se pierde y los ruidos le vuelven loco. Regresé a mi casa. Llamé a la puerta, mi madre me abrió y, como cada día, me besó en la mejilla, cogió mis libros y me preguntó por las cosas cotidianas. Lloré, desconsolada, sin poder hablar . Mi madre no entendía nada, yo tampoco. Escuché una voz que me decía: “Vamos, es la hora de la cena”, era mi padre. Todo había sido un sueño o tal vez una pesadilla, no sé, no me importaba, todo era mentira, una toma falsa. Mi vida seguía aquí, con mis trece años, con mis deseos y temores, pero por fin, mi vida.

Sara Vera Kozel Álvarez. 1º de ESO.

2 comentarios:

  1. ¡Estupendo relato Sara! Tienes oficio de escritora. A trabajarlo en clase de Lengua. Blanca Núñez

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