Soy Raquel
Jiménez, inspectora de policía encargada de la sección de robos de la Comisaría
de Policía de Toledo. Esta mañana, nada más llegar al trabajo, encontré en mi
mesa el aviso de que tenía que ir al palacio de los González González porque se
había producido el robo de una obra de arte.
Me dirigí
al palacio y, al llegar, vi que había sistemas de seguridad muy avanzados. El
mayordomo me hizo pasar a una sala donde estaban los condes González González
muy nerviosos y me presentó.
–Condes, ha llegado la inspectora de policía Raquel
Jiménez –anunció el mayordomo.
–¡Menos mal que ha llegado inspectora! –exclamó el conde.
–¡Nos han robado nuestro Picasso! –chilló la condesa.
El conde me
explicó que el día anterior por la noche habían celebrado una fiesta privada y
esa mañana se habían dado cuenta de que les faltaba el Picasso. Además, me
comentó que como las puertas del palacio solo se abrieron para la entrada y la
salida de los invitados, uno de ellos tenía que ser el ladrón y yo le pedí que
me diera la lista de invitados.
La lista
estaba formada por seis personas : el mago Pop, la cantante Marina Díaz, la
modelo Marta Fernández, el empresario John Smith, el informático Dani Pérez y
la escritora Agatha Prisly.
Investigué
sobre estas personas y las llamé para que vinieran al palacio. Cuando llegaron,
empecé a interrogarlos.
–Hola a todos, les he pedido que vengan al palacio de
los González González porque ayer aquí hubo una fiesta a la que ustedes
asistieron y al acabar había desaparecido un Picasso y todos ustedes son
sospechosos –dije.
–¿Sospechosos? –exclamó la cantante sorprendida.
–¡Imposible! –gritó el informático.
–Calma señores –los tranquilicé–,voy a explicarles la causa por la que cada uno es
sospechoso y, al final, les revelaré quién es en realidad el ladrón.
Todos ellos
se impacientaron y se pusieron nerviosos.
–Ayer por la noche, durante la fiesta, hubo un apagón y
se estropeó la cámara de seguridad de la habitación en la que estaba el cuadro.
Al volver la luz, dos de ustedes no estaban, como pude comprobar con la
supervisión de las grabaciones de las cámaras, por eso los principales
sospechosos son Marta Fernández y Dani Pérez –anuncié.
–Si los ladrones son estos, no entiendo para qué nos ha
llamado a los demás –se
quejó el mago.
–Solo son sospechosos, igual que usted, mago Pop –comenté.
–Nosotros no hemos sido –dijo Marta Fernández.
–Su padre es dueño de una cadena de casinos. Uno de
ellos es muy famoso por tener obras de arte falsas, pero entre ellas se han
encontrado tres cuadros que llevaban desaparecidos años –expliqué.
–Déjela tranquila, ella no ha sido –la defendió Dani Pérez.
–Claro, usted tiene una colección privada de obras de
arte aunque nadie sepa dónde se encuentra; con lo que usted también puede ser
el ladrón –acusé.
–No hemos sido nosotros –se justificó Dani–, si desaparecimos anoche fue porque somos novios
desde hace meses pero su padre –dijo mirando a Marta–,no acepta nuestra relación y por eso la ocultamos.
-Les creo –dije sacando unas gafas y un pendiente–,¿de quién son estas gafas? –pregunté.
–Son mías –contestó el informático–, ¿dónde las ha encontrado?
–Las he encontrado en una habitación junto a este
pendiente, que es la pareja del que le falta a Marta -aclaré.
–No me había dado cuenta –exclamó la modelo tocándose la oreja.
Después,
continué descartando sospechosos.
–Usted, John Smith, desapareció de la fiesta durante
diez minutos y también tiene un motivo para robar el Picasso. Su hija es muy
caprichosa y en su último "twitt" ha escrito que quiere un Picasso
para su cumpleaños –expliqué.
–Tiene razón, mi hija es muy antojadiza pero en ningún
momento he pensado en regalarle un Picasso y menos robarlo. Si me ausenté de la
fiesta fue porque soy muy despistado y al ir al baño me perdí –se justificó el empresario.
–¡Vaya excusa más mala! –chilló el mago.
–Tiene usted razón, John, le vi vagar por todo el palacio
en las grabaciones de las cámaras –expliqué–. Usted, Marina Díaz, es una cantante muy famosa y
actualmente su pareja es Jorge Lacroix, un coleccionista de arte. En estos días
cumplen su aniversario y tal vez un Picasso sería un buen regalo. Además, se
fue media hora antes del apagón, ¿por qué? –le pregunté.
–Se lo dije al conde –se justificó la cantante–, mi hermana se puso de parto. Está en el hospital
Monte Teide; puede usted comprobarlo haciendo una llamada.
–Sé que usted no fue, lo he comprobado llamando al
hospital. Además, antes del apagón las cámaras funcionaban y en sus grabaciones
no se ve a nadie entrando en la habitación donde estaba el Picasso –expliqué–. El círculo se cierra, solo quedan el mago Pop y
Agatha Prisly como sospechosos y ninguno de ustedes salió de la sala –continué explicando–. Usted, Agatha, es una escritora de novelas de
suspense pero lleva tiempo sin escribir una. Su agente dice que le faltan ideas
y podría ser una buena idea robar un cuadro –insinué.
–¡Es imposible! Además de no tener ideas, ahora se me
acusa de ladrona –lamentó
Agatha.
–Yo tampoco he sido –afirmó el mago–, no me ausenté de la sala.
–Hace años se hizo usted famoso –expliqué mirando al mago Pop–, por resolver el caso del Dalí robado. Aunque siempre
se sospechó que usted había sido el autor del robo para hacerse famoso
recuperándolo, nunca se pudo demostrar.
–¿Qué insinúa? –preguntó el mago.
–No insinúo nada, pero usted es mago y le vi hace años
hacer un número de magia en el que fue capaz de estropear aparatos
electrónicos, así que pudo usted estropear las cámaras de seguridad para que nadie
le viera robar el Picasso –comenté.
–Eso no demuestra nada, solo que soy un gran mago –exclamó el mago Pop mientras le cogía el bastón.
–Pero esto sí lo demuestra –sentencié abriendo el bastón y sacando de su interior
el Picasso–. En los vídeos
de seguridad no lo aprecié, pero en persona me he dado cuenta de que su bastón
es más grueso de lo normal y que ahí podría haber guardado el cuadro. Así ha
sido y, por eso, usted, mago Pop, es el ladrón.
El mago Pop
intentó huir pero un par de agentes lo detuvo y se lo llevó esposado. Todos
estaban sorprendidos y, a la vez, aliviados. Los condes González González me
agradecieron que hubiera solucionado tan rápido el caso y les hubiera devuelto
intacto el Picasso. El resto de los invitados se fue. La última en hacerlo fue
la escritora Agatha Prisly, no sin antes darme un beso y las gracias diciendo
"Ya tengo una idea para mi próxima novela, gracias y adiós".
Jimena González Díaz.
1º ESO A.
Prof. Noemí González García
Prof. Noemí González García
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