Después de haber pasado entre Caribdis y Escila, Ulises se dirigió a Ítaca;
mientras tanto, recordaba la rica comida que su esposa Penélope le hacía, lo
mucho que habría cambiado Telémaco y a su perro Argos. Añoraba su casa, su
hogar.
Se acordó de su madre; cuando la vio en el Inframundo quedó impactado y
ahora sentía una gran angustia. Lo único que le animaba a seguir hacia delante
eran sus seres queridos. Mientras tanto, en el Inframundo, Hades se encontraba
muy furioso, no soportaba la idea de que unos mortales hubiesen entrado y
salido de su hogar sin que él se hubiese dado cuenta. Quería vengarse.
Ulises y su tripulación, que se encontraban mar adentro, avistaron una isla
donde se podían parar a recoger provisiones. En ese momento, Hades, que había
visto la situación, decidió actuar. El único volcán que había en toda la isla
llevaba en reposo más de 1000 años; sin embargo, Hades tenía el poder de
volverlo activo, y así lo hizo. No conforme con eso, de la lava salían también criaturas
de unos dos metros que no tenían rostro.
Ulises, que se había adentrado en la isla, se percató de que el suelo
temblaba y la lava descendía a una velocidad muy alta del volcán; sabía que era
cosa de Hades. Las bestias de lava habían atacado a un par de hombres, pero el
resto siguió luchando con espadas, escudos, arcos y flechas... Sus armas eran
efectivas, pero estaban en desventaja.
En ese momento, Ulises decidió llamar a Hades.
-¡Oh gran Dios del Inframundo! -lo
invocó-. No podré hacer nada contra tu castigo, tu hermano Poseidón no es nada
comparado con tu grandeza.
-Me sabe mal matarte -dijo Hades- ya que me siento halagado por ti.
-Aunque hay algo en lo que discrepo -replicó Ulises-. Poseidón es mejor
dios, ya que me habría dejado morir consumido por el agua.
-Poseidón no sabría matarte dignamente -apuntó Hades.
En ese momento, el Dios tantas veces mencionado salió de la cristalina agua
y una gran ola arrasó toda la playa, matando así a los monstruos de la lava.
-Hades, Ulises tiene que morir entre mis manos -amenazó Poseidón, furioso.
-Tú has matado a mis súbditos, ahora pagarás por ello -continuó Hades.
Mientras se iniciaba una guerra entre fuego y agua, Ulises escapó de la
isla con su tripulación. Y así, el astuto humano engañó a los dioses para
continuar su aventura.
Pelayo
González García. 4º ESO A
Profesora:
Noemí González
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