"LLa lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes a lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes

sábado, 22 de octubre de 2016

LA AVENTURA DE LOS CLÁSICOS CON MARY BEARD

RITOS FUNERARIOS DE LA ANTIGUA ROMA EN PLENO SIGLO XXI

Una nueva investigación nos ha podido mostrar los ritos llevados a cabo en la Antigua Roma, presentes todavía hoy en día.
Como toda sociedad compleja, la romana poseía una gran variedad de rituales y creencias acerca de la muerte y la posibilidad de otra vida. Algunas de ellas se han perdido para siempre, pero otras han llegado hasta nuestros días adaptándose a las nuevas costumbres.

El pasado 24 de Septiembre, se llevó a cabo una investigación realizada por AIER (Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos) en la cual, miles de historiadores y voluntarios se desplazaron hasta Roma para poder desarrollar el estudio en común.

Puesto que estos ritos están presentes entre nosotros, nos hemos adentrado en la aventura de salir a la calle para comprobar los conocimientos que poseen los ciudadanos sobre este tema a la pregunta de “¿Qué ritos funerarios crees que hay en la actualidad que estén relacionados con la Antigua Roma?”

Nos acercamos a una señora, quien ronda los 50 años, y procedemos a preguntarle qué ritos funerarios cree que existen en la actualidad relacionados con la Antigua Roma. La mujer suspira intensamente y se santigua, acompañando a este gesto con las siguientes palabras: “¡Gloria bendita! Esto no es para hablar en la calle. La muerte es algo muy sagrado”. Después de esto, se marcha rápidamente sin despedirse.

De 20 personas a las que le hemos formulado la pregunta, solo tres nos han dado una respuesta “correcta”.

Con esto, hemos llegado a la conclusión de que hoy en día, tras miles de años, la muerte es algo tabú en nuestra sociedad y que, además, gracias al estudio llevado a cabo en Roma, sabemos que los ritos y costumbres funerarios tuvieron una gran evolución a lo largo de la historia romana.

Aun así, en el presente, se conservan muchas de ellas y es nuestra labor, querido lector, explicarle un poco en qué consistían estos ritos y costumbres.

Antes del entierro, en casa del fallecido, se lavaba el cadáver y se le extendían sobre el cuerpo sustancias aromáticas. Era un gesto de piedad y también una medida higiénica. Desde hace unos años, mantener el cuerpo en la casa del fallecido y darle culto ahí era lo más normal pero, hoy en día, se lleva el cuerpo a un tanatorio.

El difunto se exponía, cubierto de ramos y coronas de flores, en el atrio de la domus. Empezaba entonces el velatorio, que reunía a amigos y parientes. En él, se llevaba a cabo una acción curiosa, la conclamatio, que consistía en llamar al difunto tres veces para asegurarse de que realmente estaba muerto.

El conocido detalle de poner una moneda en la boca para pagar a Caronte, el barquero del Hades, solía ser propio de gente pudiente. Esta costumbre ya no se lleva a cabo en la actualidad.

Había dos tipos de entierro: la incineración y la inhumación.

La primera era el ritual romano más extendido, mientras que la inhumación era más propia de poblaciones como los judíos, los fenicios o los árabes. Poco a poco, los romanos adoptaran la inhumación como forma de entierro, sin que entrara en contradicción con sus costumbres. El Cristianismo adoptó esa forma de entierro y la expandió por el Imperio cuando fue religión oficial, llegándose a prohibir la incineración. En 1963, la Iglesia Católica levantó esta prohibición.

Para incinerar al muerto, se le colocaba en una pira que ardía hasta que el cuerpo quedara reducido a cenizas. A continuación, se depositaban estas en un recipiente (urna), y se enterraban en una tumba o mausoleo.

La inhumación era el entierro con el cuerpo sin alterar, que se depositaba en un agujero en el suelo y se cubría. Excepto los más pobres, la mayoría de romanos enterraban a sus muertos en tumbas de obra, generalmente panteones. Los más humildes se tenían que conformar con ser enterrados en cajas de madera.

A partir del auge del Cristianismo –siglo II-, la inhumación fue en aumento y, con el paso del tiempo, fue la única forma de entierro aceptada, ya que el cuerpo moría pero el alma regresaba a Dios.

Las tumbas más conocidas eran las fosas comunes, a las que iban a parar los más pobres y estas eran seguidas por los Columbarium -la traducción más cercana sería "palomera"-.

Estos columbarios eran generalmente de planta cuadrada, redonda o poligonal y los nichos se encontraban emplazados en las paredes. Por supuesto que la calidad del columbario dependía de la clase social de sus habitantes.

Era típico que, este tipo de tumbas estuvieran ubicadas en los costados de los caminos: generalmente mientras más importantes las vías, de mayor nivel social los miembros de las tumbas. Por ese motivo, la Vía Apia se convirtió en el cementerio de una gran cantidad de familias patricias.

Estas urnas y sarcófagos podían estar construidas de metales preciosos o mármol, dependiendo del nivel económico de la familia del difunto. También se ponían estelas con escenas de la vida cotidiana y escenas mitológicas, las cuales estaban apuntadas a enfocar el significado de la inmortalidad del alma y el paso de la vida terrenal a la vida después de la muerte.

Los epitafios, placas que nos informaban de la identidad del difunto, generalmente señalaban su nombre y fecha de nacimiento, quién fue el que pagó por la tumba y qué relación familiar tenía con el difunto. Las dos últimas características ya no existen en la actualidad.

Los familiares, en constante recordatorio de sus antepasados, visitaban periódicamente las tumbas depositando flores y distintos manjares. Hoy en día, existe el día de los muertos, que se celebra el 1 de noviembre, festividad creada para honrar a los que ya no están entre nosotros.

Además, era tradicional enterrar al muerto con algunas de sus pertenencias. El ajuar funerario estaba compuesto por elementos que describían su vida: sus herramientas o sus armas. También lo acompañaban al más allá, ofrendas, ungüentarios, o estatuillas de divinidades protectoras. Hoy en día, en el armario de algunas personas mayores, se puede encontrar un traje elegante, guardado para cuando llegue el día de su fallecimiento.

Rocío Losada Nevado. 
1º de Bachillerato (Literatura Universal).

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