Ángela Pastor Álvarez, de 1º de la ESO, ha recogido de su bisabuela, Antonia Martín Persana, esta historia real:
En un pueblo llamado La Encina, en la provincia de Salamanca, cuentan sus gentes que un pastor y su hijo, que cuidaban cabras, vivían en una cabaña en el monte.
Dicen que el hijo del pastor, un día, encontró una cría de culebra. Le puso un cuenco de leche y la culebra se lo tomó. Día tras día, el chico silbaba y la culebra acudía a tomar su tazón de leche. Así pasaron varios años.
El muchacho creció y se fue a la mili (1).
Tras dos años de mili, regresó al pueblo, subió al monte y silbó. La culebra acudió, pero no le reconoció, y lo mató.
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