Si me permitieras decir,
dulce amada mía,
que tus ojos parecen dos
hojas otoñales
bañadas en pura agua
cristalina.
Si me permitieras decir,
dulce dama,
que tu piel se asemeja a la
fría
nieve blanca.
Si me permitieras, dama de
mis sueños deseados,
poder cogerte de la mano,
ya no existiría más dolor ni
sonrisas en vano.
Si me permitieras, querida,
poder levantarme cada mañana
y ver así la claridad
reflejada en tu cara.
Si me permitieras, amada
mía,
sacarte una bonita sonrisa,
el Sol nunca querría
quitarse,
para hacer competencia,
por pura envidia.
Rocío Losada Nevado. 2º de ESO.
Precioso, Rocío, me encanta...
ResponderEliminar¡ La poesía del Batán,
ResponderEliminares de alta calidad !