"LLa lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes a lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes

jueves, 2 de enero de 2014

SAMUEL RUIBAL ROSÓN PUBLICA "LOS TALONES DEL MORTAL"


Samuel Ruibal Rosón ha publicado su primera obra, Los talones del mortal, como premio por haber ganado el II Concurso de Literatura Experimental, convocado por el Sporting Club Russafa, de Valencia.

Un encabezamiento breve, objetivo, neutral, tras el que se encuentran un trabajo arduo, lleno de pasión, y el apoyo siempre constante que desde este blog hemos dado a Samuel como cauce a su creatividad (se pueden encontrar sus poemas en el apartado Poesía).




“Tras desinfectar el mordisco de fortuna*

Hilando aire de minutos,

Acariciamos los talones del mortal

Que herido de traición y muerte

Semejante se despide de los suyos.

- Voz invertebrada –
*La palabra "fortuna" está subrayada con puntos en el original



Los talones del mortal toma su título de Aquiles y se divide en tres partes que, para el autor, son reflejo de la condición humana:

- el primer talón, el pasado, un lastre que siempre tenemos en el pie.

-   el segundo talón, el presente, en el que nos movemos ahora mismo.

-  el tercero está incompleto, es el talón no materializado porque se refiere al futuro. Es el más desordenado y caótico, donde están los poemas dadaístas más convulsos.



En el breve texto en prosa con que se inicia la obra, Samuel vuelve a reflejar la constante existencial característica de la mayoría de sus poemas, aunque abre una pequeña grieta al feroz nihilismo que marcaba sus primeras creaciones:

“A pesar de lo ridícula, pasmosa, atractiva, magnética y estremecedora que es la permanencia, continuamos resistiéndola (…)

pretendo perdurar en la naturaleza exánime (…), en la esperanza, sí, en la inútil esperanza.”




El PRIMER TALÓN: El paraíso perdido del yo y el resto reitera esa idea inicial: “Es cuestión de intentarlo, errar y rehacer esta esperanza innata y sempiterna. Y el yo se abre a un resto limitado para camuflarse en él: “Simplemente guardo en estos sacos aquello que expulso. Son vómitos lumínicos que sirven de lumbre y refugio para unos pocos. ¿Qué más decir? Seré un anónimo.

Samuel Ruibal Rosón comenzó a componer versos acrósticos de una forma inconsciente, sin saber que así se denominaba al hecho de que la primera letra de cada verso, leída en vertical, formaba una idea. En Los talones del mortal nos encontramos ya con un autor formado, firme, que sabe usar perfectamente esta añeja forma literaria en el poema - Intromisión salvaje -, en cuya estrofa final, de siete versos, se completa su título: E IN M O R T AL. El último de esos versos vuelve a reiterar su vacío existencial: “AL amanecer ninguna melodía recibe el canto de su existencia.”

Esa dificultad para entender el sentido de la vida se traduce en antítesis o paradojas, muy queridas al autor, tan sorprendentes como la que nos encontramos en - Cráteres de luna -: “ayer descifraré cómo suicidarte”.

- Los vigías del egoísmo - se inicia con el reconocimiento de una dificultad y un esfuerzo, también creativos: “Me esbozo exánime en el papiro donde pernoctan mis deseos”.

En los primeros poemas que Samuel empezó a componer, y que ya desde entonces podíamos disfrutar en este blog, nos encontrábamos en ocasiones con una mitología propia y un rechazo a las religiones más tradicionales pues en ellas no se encontraba la salida, o el alivio, a la carga existencial. - Fósil de sabores-  deja esa idea patente: “Qué inconsistente nuestra humana permanencia, ataúd de religiones”. Pero tampoco la razón da respuesta a la existencia del ser en - Anestesiado el pensamiento - del que solo queda una pregunta retórica y una vocal, un grito continuo:

    “Ignoro demasiado mi sangrienta condición

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

-  Para qué: la ignota clave

(Supongo que anestesiada mi linda muerte, compasión bélica,

                       hundiré a la lógica en su real vertedero).



A – A – A – A – A – A – A – A – A – A – A – A – A – A – A – A – A – A –"



       El PRIMER TALÓN concluye con el poema - Costillas de arrepentimiento -, leído por el propio autor en la presentación de Los talones del mortal por ser una de sus composiciones preferidas. El “No” anafórico con el que inicia cada uno de sus versos da clara muestra de ese peso pasado que arrastra la existencia del ser humano.




         SEGUNDO TALÓN: El paraíso incorpóreo. Es “el único talón realmente afirmado”, como se dice en el texto en prosa que abre esa parte de la obra, por ser el talón del presente. En “una penúltima aclaración” reitera la idea ya comentada y que se arrastra desde el pasado: “Algún dios (o ninguno) yace en todos nosotros”.

En la presentación de Los talones del mortal, Samuel reconoció que su influencia actual era Bukowski, por sus imágenes impactantes, pero que en su obra también se aprecia, sobre todo, la huella de: el Dadaísmo de Zurich, de Tristan Tzara; y los Manifiestos, de Breton y su máxima “el arte será convulso, o no será”. Es en - La torre enjaulada - donde nos encontraremos ese vanguardismo que ya pudimos apreciar en varios poemas de Samuel publicados en este blog. La forma se cubre en estallidos onomatopéyicos, las palabras descolocan sus fonemas o se crean, la sintaxis rompe su estructura lógica, y todo el poema se vuelve en saltos constantes de ideas, emociones y quiebros del pensamiento.


 

TERCER TALÓN: El paraís… […], el futuro, incompleto hasta en su título. La explosión vanguardista es total en esta última parte de Los talones del mortal. Como comentaron los miembros del jurado en la presentación de la obra, “no solo llena el libro la palabra sino también el espacio, los vacíos, la tipografía usada de manera juguetona. Samuel disfruta jugando con las palabras, trasteando con las palabras: su significado, la situación en la página, los vacíos entre las mismas… los tachones (y eso también es poesía)”. Y de nuevo el conflicto existencial en solo dos palabras que llenan buena parte de la página, “Quiero, debo, para concluir en otras dos, interrogante vital: “¿Quién soy?”. Y una recreación del clásico tempus fugit nos encontramos en “- El consumo de tardes –“: “Date prisa pues termino cerca de la muerte”. “- Donde emigran las verdades –“ recoge esa desnudez ante una muerte inevitable:

Recorto mis nudillos

Los tiro al gallinero

(…)

Aflojo mis oídos

Los tiro al gallinero

(…)

Descorcho mi mirada

                  La tiro al gallinero

Luego la muerte, ese eufemismo vano de lo eterno, será menos violenta.




En esta tercera parte de la obra, el juego con la forma es constante:

-       el alarido se silencia: ¡Aúlla! (- Cinturón de fortuna atado al cuello -)

-       la ausencia crece con la grafía de la palabra: “En verdad,  te echo en falta(- Me revuelvo en las memorias –)

-       o esa densidad de las letras se convierten en grito de reconocimiento en - Presentación de las distintas memorias –:

-      Llévame a lo vivo

A la certeza del conocer.

(…)

-      Llévame a mi mismo

Donde habita todo el terror y la fiebre



-       y la declaración de amor se invierte y amada mía se convierte en un  Adama aím - Aromas del invierno- 



Los talones del mortal concluye magistralmente con - El amor egoísta -, un diálogo amoroso entre A y B, quienes “Habían mantenido contacto directo durante horas.” “acérquese con su oído a mis labios”, le dice A a B con el fin de que cumpla una promesa: después de catorce días volverán a encontrarse y ella debe traer “un papel arrugado cual esfera y en cuyo interior… -Vaciló-. Es libre usted de incluir cualquier insignificancia. ¡Pero debe ser una insignificancia!”. Trascurrido ese tiempo, B cumple su promesa pero A no leerá ese papel porque “Sé exactamente lo que se esconde aquí (…). La pregunta es: ¿te gustaría a ti comprobar mi conocimiento?”. Y el diálogo concluye con un sorprendente, y magnífico, final abierto.



Por último, resaltamos por su belleza, y por constituir una especie de declaración de amor, y de intenciones, de su autor - Poesía -, personificada en “una mujer prohibida” (subrayado con puntos en el original):

Una mujer prohibida delante de ti

            Mujer de hielo entumecido

                       De suaves mejillas talladas en roca

                                   Ante ti un tulipán de cólera oscura.”







 “El arte no es cosa seria" (subrayado con puntos en el original)

            El precio de mi vida su valor:” declara Samuel en - Confesión erótica -. En el coloquio posterior a la presentación del libro manifestó que buscaba la libertad en el arte, la expresión de mi propio yo, o lo que creo es mi propio yo, o lo que creo que creo es mi propio yo. Esa búsqueda de sí mismo se desarrolla en una complejidad lingüística, y temática, que da como resultado una lectura también compleja. Ya lo resaltaron los miembros del jurado que han premiado, con su publicación, Los talones del mortal: “Es una literatura experimental que con frecuencia nos deja fuera de juego, que no busca la complacencia. Hay que desandar lo leído porque nos perturba”.

A lo largo de estos años, muy pocos, hemos visto desde este blog cómo la poesía de Samuel llegaba a un lenguaje puro, sin retóricas, en el que cada versículo condensa una idea, una imagen, o se encabalga en el siguiente.

La poesía de Samuel reclama tiempo para sumergirnos en el desconcierto del caos, para encontrar el orden en ese desorden y, con él, el reflejo de nuestras vidas.

Tiempo para saborear y paladear ese extrañamiento del lenguaje llamado literatura a la que llega con absoluta genialidad a través del uso de múltiples figuras: los hipérbatos, las antítesis, las paranomasias, los juegos de palabras, las imágenes, las metáforas, las personificaciones... Toda una creación lingüística que no encuentra límites.

Tiempo para encontrar la salida a ese laberinto intelectual que se plantea, sobre todo en el tercer talón, mediante la creación de palabras por descomposición, el desorden de las letras en una palabra, las palabras tachadas o subrayadas o ennegrecidas o punteadas o crecidas en el tamaño de la grafía.

La poesía de Samuel es también música. Es un hilo de sonidos y emociones que nos arrastra. Esa sonoridad de los versos se adquiere por medio de rimas internas que se oyen tras la aparente supresión de la puntuación. Y decimos aparente porque el propio ritmo de las palabras la va marcando, junto con las repeticiones, las anáforas, las concatenaciones, los paralelismos internos y entre versos, las aliteraciones...

Hay que leer en voz alta muchos de estos poemas para escuchar claramente esa música que contiene su creación.



La poesía, para mí, es una maldición porque soy incapaz de librarme de ella. Es una necesidad, no sé de qué. Yo siento la necesidad, me urge. Es como ir al váter y escupo, vomito los versos… en un papel, en una servilleta. En el momento en que me vienen a la cabeza, soy incapaz de controlarlo. Esperamos, Samuel, que esa necesidad siga teniendo cauce en este blog. Todos los recursos de la literatura se encuentran ya en esa tu "maldición" vital… y lo estás usando con verdadera maestría.

¡Enhorabuena por esta tu primera publicación! Tenemos la certeza de que no será la última… y gracias por dejarnos compartir tanta belleza en este blog.




 


No hay comentarios:

Publicar un comentario