Mi abuela se llama María
Aurora Rodríguez Álvarez (en aquella época, todas las mujeres tenían que llevar
el nombre de María delante del suyo). Nació en 1949, en Armiello (Turón). En su
casa vivían seis personas: el matrimonio y cuatro hermanas.
Su madre trabajó amamantando
niños del pueblo y lavaba la ropa a las vecinas. También cuidaba de animales
como cerdos y cabras. El padre fue minero y no contribuía en las labores del
hogar.
Mi abuela fue a la escuela
hasta los doce años. Dejó de estudiar porque tuvo que trabajar para llevar
dinero a casa. Mi abuela, en el colegio, tenía un solo libro (la enciclopedia
Álvarez) donde daba las siguientes materias: Lengua, Mate, Historia, Religión y
Educación Física.
De pequeña, solía jugar con
las niñas del pueblo a: la comba, la piedra, el cascayu, el tres en raya, el
parchís, el escondite… Recuerda la infancia como una de las etapas más bonitas
de su vida, fue muy feliz.
En casa de mi abuela solo
había radio, ni televisión ni periódicos. Ella afirma que leer el periódico era
de ricos.
Empezó a trabajar a los 14
años de servicios domésticos para las casas del pueblo. Después de eso, todo su
vida fue ama de casa.
Mi abuela tuvo a su primera
hija a los 21 años; en total, tres hijas.
Valora mucho las comodidades
de hoy en día como la lavadora, el microondas, el agua corriente, la
calefacción…
También recuerda que en
Mieres, durante las huelgas mineras, tuvieron que prescindir de comida y ella
se las apañaba para que nadie en casa quedara con hambre: por ejemplo, tuvieron
que vender las pulseras de oro para poder comer. Ella afirma que no fue una
época fácil.
Yo tenía dudas sobre el
tiempo de ocio de mi abuela y le pregunté si había ido mucho al cine. Ella me
dijo que, cuando era una niña, un señor en el pueblo sacaba unas sábanas, las
tendía, enfocaba con un proyector y veían alguna película de baja calidad.
A continuación, me contó que
el día de Ramos todo el pueblo se iba al monte, de fiesta. Todos contribuían
llevando comida y bebida, y los niños jugaban por ahí. Noté que lo recordaba
con mucho cariño.
Finalmente le pregunté qué
echaba de menos de aquella época y me dijo que, en general, el ambiente que
había en los pueblos: con poco, eran más felices que ahora.
Jose Manuel
Argüelles Sáez. 2º de ESO.
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