"LLa lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes a lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes

sábado, 28 de octubre de 2017

OSCAR HALTER

      Los abuelos de Lauren habían salido de compras, y ella decidió ponerse a investigar.
      Lo primero que hizo fue encargarse de la planta superior, donde está uno de los dos cuartos de baño que hay en la casa y los siete dormitorios. Al principio, había tres cuartos de baño y seis dormitorios, pero cuando los señores Porter compraron la casa siete años atrás, creyeron conveniente eliminar uno de ellos y construir en su lugar otra habitación para cuando toda su familia fuera a visitarles por las fiestas de Navidad o año nuevo. Aunque la verdad, es que casi nunca consiguen reunirse todos. A la señora Porter esto la pone triste a veces, pero luego el señor Porter le dice que sus hijos no pueden visitarles porque tienen que trabajar y que eso es buena noticia, porque quiere decir que su trabajo va bien y que no van a tener que preocuparse porque los despidan o algo parecido. Entonces, la señora Porter se queda más tranquila y vuelve a sonreír, aunque yo creo que realmente sigue estando triste.
    El caso es que a Lauren la casa de sus abuelos siempre se le había antojado demasiado grande y vieja como para que no escondiera ningún secreto interesante entre sus paredes, y nunca perdía la oportunidad de recorrerla de arriba abajo buscando cosas pertenecientes a antiguos propietarios que estos habían dejado abandonadas u olvidadas. Y, pese a que sus abuelos habían desmentido una y mil veces los rumores que circulaban en el barrio sobre el enorme caserón, Lauren no perdía la esperanza de encontrarse con el fantasma que, según dichos rumores, habita en la casa.
    Pero yo creo que es mentira. Llevo viviendo aquí desde siempre y nunca he visto al famoso fantasma ni nada parecido.
    Había transcurrido cerca de una hora, y Lauren solo había recorrido cuatro de los seis dormitorios. Entonces pensó que, si había invertido tanto tiempo solo en investigar parte de la planta superior, no podría ni acabar de verla entera antes de que llegaran sus abuelos y, cuando eso pasara, la investigación  habría concluido.
    A la señora Porter no le gusta que la gente descoloque las cosas que ella tan cuidadosamente tiene guardadas en los armarios, y todo el mundo sabe que, si de verdad quieres investigar un sitio a fondo, una de las actividades obligatorias que hay que realizar es mirar en los armarios y, por lo tanto, descolocar algunas cosas en el proceso.
   Debido a las grandes dimensiones de la casa, a Lauren nunca le había dado tiempo a investigarla en su totalidad, y en aquella ocasión no estaba dispuesta a que aquello le volviera a ocurrir, de modo que llamó a Jasmine, quien se mostró encantada de poder hacer cualquier otra cosa que no fuera quedarse en su casa y hacer los deberes de matemáticas.
  Jasmine vive a tres casas de la de los señores Porter (nunca he ido a su casa, pero sé dónde vive porque ella se lo dijo a Lauren cuando se conocieron), y es una de las amigas que Lauren tiene en el barrio de sus abuelos. Siempre que Lauren viene de visita a la casa de los señores Porter, la llama por teléfono para ir a dar un paseo o ir a la piscina o al cine, pero no estoy muy seguro de que a Lauren le caiga realmente bien, porque hubo una vez en la que Lauren se trajo a dos amigas que van a su colegio, y en los cuatro días que estuvieron en casa de sus abuelos, Lauren no llamó a Jasmine para ir con ella de paseo, a la piscina o al cine, sino que fue con sus amigas, así que por eso no puedo asegurar que a Lauren le caiga realmente bien Jasmine.
     Pero a mí sí que me cae bien. Me parece buena persona, aunque tal vez se preocupe demasiado por lo que los demás puedan pensar de ella y por eso, cuando Lauren la llama para salir, siempre le dice que sí, para que Lauren no piense que la está dejando de lado o que ya no quiere ser su amiga o algo parecido. La verdad, no lo sé.
      A veces pienso que tal vez deba contarle a Jasmine lo de Lauren y sus amigas del colegio, pero la verdad es que nunca me he atrevido a decir nada sobre el tema.
     Yo estaba mirando los rosales de la señora Porter cuando vi a Jasmine encaminarse hacia la entrada de la casa y decidí acompañarla tras resolver que ya miraría los rosales más tarde.
    Los rosales de los señores Porter son los más bonitos del barrio, porque ella los cuida muy bien y se levanta todas las mañanas a las ocho en punto para recortarlos y evitar que crezcan demasiado. La señora Porter me cae muy bien. No le importa que la gente entre a mirar sus rosales siempre y cuando no los estropeen, cosa que a mí me parece perfecta, porque me encantan sus rosales. Sí, me encantan. Creo que podría pasarme el día entero mirándolos y no me cansaría.
    Jasmine llamó al timbre y yo me quedé detrás de ella hasta que Lauren abrió la puerta y ambos entramos.
Tras una breve conversación en la que Jasmine comentó que este año iba muy mal en matemáticas y Lauren estuvo de acuerdo en que a ella tampoco le gustaban, subimos al piso de arriba para seguir rebuscando en los armarios.
Después de un buen rato sin encontrar nada realmente interesante, Lauren encontró una llave.
Al parecer, haber encontrado la llave supuso un descubrimiento muy importante, porque Lauren corrió escaleras abajo sin decirnos nada, se dirigió a la puerta del sótano y la abrió.
Jasmine dijo que aquella era la primera vez que veía la puerta del sótano abierta, y yo quise decir que estaba totalmente de acuerdo porque yo llevo viviendo en este sitio más tiempo que ella y esa también era la primera vez que iba a ver el sótano de la casa de los señores Porter, pero luego Lauren empezó a decir que ella tampoco había bajado nunca y me pareció de mala educación interrumpirla, así que no dije nada.
Lauren le dio al interruptor de la luz, pero se encontró con que este no funcionaba, así que tuvo que encender la linterna de su móvil para poder bajar al sótano.
Jasmine no estaba muy de acuerdo con la idea de bajar con tan poca luz, pero a Lauren le dio igual.
-Si no quieres bajar, espérame aquí -dijo-. Yo volveré enseguida.
La verdad es que a mí la idea de ir al sótano tampoco me gustaba demasiado, pero, cuando Lauren empezó a bajar las escaleras y Jasmine la siguió, decidí bajar para no quedarme solo. Estar solo es un asco.
Como la casa es tan vieja, supongo que esperaba encontrarme un sótano tenebroso y lúgubre propio de las mansiones de las películas de terror, pero lo cierto es que el sótano de los señores Porter está muy bien arreglado y tiene estanterías y un montón de cajas de cartón esparcidas por todos lados.
Lauren le dio el teléfono a Jasmine mientras ella se disponía a abrir una de las cajas.
-Mira -dijo-. Seguro que aquí dentro hay un montón de cosas viejas de los tipos que vivían en la casa antes que mis abuelos.
Y se puso a sacar un montón de cosas como periódicos viejos y revistas y, cuando se quiso dar cuenta, ya había vaciado la caja sin encontrar nada de su interés en ella. Y mientras ella y Jasmine se dedicaban a abrir el resto de las cajas, yo empecé a observar las estanterías, que estaban repletas de herramientas.
-¡Eh! -exclamó Lauren al rato-. He encontrado unas fotos. Creo que es la familia que vivía aquí antes que mis abuelos -le dio la vuelta a la fotografía y se la enseñó a Jasmine-. Mira, aquí pone escrito “Los Walker”.
-Oh, sí -dije mientras cogía una llave inglesa y le daba vueltas entre mis manos-. Yo conocí a los Walker. Son muy buenas personas. A veces Sue, la hija pequeña, y yo jugábamos al escondite. Nos lo pasábamos muy bien. Pero el perro no me gustaba. Tenían un pastor alemán, ¿sabes? Siempre que me veía se ponía a ladrar como un loco. No sé por qué. Los Walker se mudaron porque Sue les dijo que tenía un amigo invisible que jugaba con ella a veces, y a ellos eso les preocupó mucho. Qué cosas tienen los niños, ¿verdad? Inventarse amigos invisibles…
-¿Y si se fueron por el fantasma? -preguntó Jasmine como si no me hubiera oído-. Tal vez vieron al fantasma, se asustaron y se fueron.
-No digas tonterías -dije yo-. Los fantasmas no existen.
-¿Tú también crees que esa historia es cierta? -Lauren dejó la foto encima de una de las cajas y se volvió hacia Jasmine-. Porque mis abuelos dicen que es mentira, pero hay veces, cuando se va a hacer de noche, que me parece ver a alguien mirando los rosales del jardín. Ya se lo he dicho a mis abuelos, pero ellos no me creen. Dicen que seguramente es una sombra o algo así, pero te juro que parece una persona. Y respecto a la historia del fantasma, no quieren saber nada de ella. Dicen que Oscar Halter no existe, que es solo un rumor que la gente se ha inventado porque están demasiado aburridos.
-¿Qué has dicho? -pregunté de golpe. La llave inglesa se me resbaló de las manos y cayó al suelo haciendo un ruido que debió sonar tremendamente estrepitoso pero que, curiosamente, yo casi no percibí. ¿De qué rumor estaba hablando? ¿Por qué había dicho Lauren que yo no existo cuando llevo conociéndola desde la primera vez que vino de visita a la casa de los señores Porter? Lauren y Jasmine pegaron un grito al oír el ruido y empezaron a subir las escaleras corriendo-. ¡Oye, espera!
Conseguí salir del sótano en el momento justo en el que Lauren cerraba la puerta de una patada y, cuando iba a preguntarle de nuevo por qué había dicho aquello, Lauren y Jasmine echaron a correr hacia la puerta, y después siguieron hasta llegar a la verja del jardín.
Yo las seguí, pero nada más atravesar la verja aparecí de nuevo en el salón de la casa de los Porter. Y entonces me sentí muy raro, como si estuviera flotando o algo parecido, y me senté en las escaleras del porche porque no sabía qué otra cosa hacer, y he estado pensando en ello hasta ahora.
No sé por qué siempre que intento atravesar la verja aparezco en el salón. Lo he intentado muchas veces, pero al final siempre pasa lo mismo. Es una cosa muy rara.
Me levanto y me acerco a los rosales de la señora Porter.
Mientras los observo, pienso en por qué Lauren cree que no existo. Tal vez sea una broma. No lo sé.
Acaricio las rosas con una mano. Realmente los rosales son muy bonitos. Creo que podría pasarme días enteros mirándolos y no me daría ni cuenta.

Andrea Fernández Fernández.
2º premio en el concurso de cuentos "Valentín Andrés." 

     

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