Lo primero
que hizo fue encargarse de la planta superior, donde está uno de los dos
cuartos de baño que hay en la casa y los siete dormitorios. Al principio, había
tres cuartos de baño y seis dormitorios, pero cuando los señores Porter
compraron la casa siete años atrás, creyeron conveniente eliminar uno de ellos
y construir en su lugar otra habitación para cuando toda su familia fuera a
visitarles por las fiestas de Navidad o año nuevo. Aunque la verdad, es que
casi nunca consiguen reunirse todos. A la señora Porter esto la pone triste a
veces, pero luego el señor Porter le dice que sus hijos no pueden visitarles
porque tienen que trabajar y que eso es buena noticia, porque quiere decir que
su trabajo va bien y que no van a tener que preocuparse porque los despidan o
algo parecido. Entonces, la señora Porter se queda más tranquila y vuelve a
sonreír, aunque yo creo que realmente sigue estando triste.
El caso es
que a Lauren la casa de sus abuelos siempre se le había antojado demasiado
grande y vieja como para que no escondiera ningún secreto interesante entre sus
paredes, y nunca perdía la oportunidad de recorrerla de arriba abajo buscando
cosas pertenecientes a antiguos propietarios que estos habían dejado
abandonadas u olvidadas. Y, pese a que sus abuelos habían desmentido una y mil
veces los rumores que circulaban en el barrio sobre el enorme caserón, Lauren no
perdía la esperanza de encontrarse con el fantasma que, según dichos rumores,
habita en la casa.
Pero yo
creo que es mentira. Llevo viviendo aquí desde siempre y nunca he visto al
famoso fantasma ni nada parecido.
Había
transcurrido cerca de una hora, y Lauren solo había recorrido cuatro de los
seis dormitorios. Entonces pensó que, si había invertido tanto tiempo solo en
investigar parte de la planta superior, no podría ni acabar de verla entera
antes de que llegaran sus abuelos y, cuando eso pasara, la investigación habría concluido.
A la señora
Porter no le gusta que la gente descoloque las cosas que ella tan
cuidadosamente tiene guardadas en los armarios, y todo el mundo sabe que, si de
verdad quieres investigar un sitio a fondo, una de las actividades obligatorias
que hay que realizar es mirar en los armarios y, por lo tanto, descolocar
algunas cosas en el proceso.
Debido a
las grandes dimensiones de la casa, a Lauren nunca le había dado tiempo a
investigarla en su totalidad, y en aquella ocasión no estaba dispuesta a que
aquello le volviera a ocurrir, de modo que llamó a Jasmine, quien se mostró
encantada de poder hacer cualquier otra cosa que no fuera quedarse en su casa y
hacer los deberes de matemáticas.
Jasmine
vive a tres casas de la de los señores Porter (nunca he ido a su casa, pero sé
dónde vive porque ella se lo dijo a Lauren cuando se conocieron), y es una de
las amigas que Lauren tiene en el barrio de sus abuelos. Siempre que Lauren
viene de visita a la casa de los señores Porter, la llama por teléfono para ir
a dar un paseo o ir a la piscina o al cine, pero no estoy muy seguro de que a Lauren
le caiga realmente bien, porque hubo una vez en la que Lauren se trajo a dos
amigas que van a su colegio, y en los cuatro días que estuvieron en casa de sus
abuelos, Lauren no llamó a Jasmine para ir con ella de paseo, a la piscina o al
cine, sino que fue con sus amigas, así que por eso no puedo asegurar que a
Lauren le caiga realmente bien Jasmine.
Pero a mí
sí que me cae bien. Me parece buena persona, aunque tal vez se preocupe demasiado
por lo que los demás puedan pensar de ella y por eso, cuando Lauren la llama
para salir, siempre le dice que sí, para que Lauren no piense que la está
dejando de lado o que ya no quiere ser su amiga o algo parecido. La verdad, no
lo sé.
A veces
pienso que tal vez deba contarle a Jasmine lo de Lauren y sus amigas del
colegio, pero la verdad es que nunca me he atrevido a decir nada sobre el tema.
Yo estaba
mirando los rosales de la señora Porter cuando vi a Jasmine encaminarse hacia
la entrada de la casa y decidí acompañarla tras resolver que ya miraría los
rosales más tarde.
Los rosales de los señores Porter son los
más bonitos del barrio, porque ella los cuida muy bien y se levanta todas las
mañanas a las ocho en punto para recortarlos y evitar que crezcan demasiado. La
señora Porter me cae muy bien. No le importa que la gente entre a mirar sus
rosales siempre y cuando no los estropeen, cosa que a mí me parece perfecta,
porque me encantan sus rosales. Sí, me encantan. Creo que podría pasarme el día
entero mirándolos y no me cansaría.
Jasmine llamó al timbre y yo me quedé
detrás de ella hasta que Lauren abrió la puerta y ambos entramos.
Tras una breve conversación en la que
Jasmine comentó que este año iba muy mal en matemáticas y Lauren estuvo de acuerdo
en que a ella tampoco le gustaban, subimos al piso de arriba para seguir
rebuscando en los armarios.
Después de un buen rato sin encontrar nada
realmente interesante, Lauren encontró una llave.
Al parecer, haber encontrado la llave
supuso un descubrimiento muy importante, porque Lauren corrió escaleras abajo
sin decirnos nada, se dirigió a la puerta del sótano y la abrió.
Jasmine dijo que aquella era la primera vez
que veía la puerta del sótano abierta, y yo quise decir que estaba totalmente de
acuerdo porque yo llevo viviendo en este sitio más tiempo que ella y esa
también era la primera vez que iba a ver el sótano de la casa de los señores
Porter, pero luego Lauren empezó a decir que ella tampoco había bajado nunca y
me pareció de mala educación interrumpirla, así que no dije nada.
Lauren le dio al interruptor de la luz,
pero se encontró con que este no funcionaba, así que tuvo que encender la
linterna de su móvil para poder bajar al sótano.
Jasmine no estaba muy de acuerdo con la
idea de bajar con tan poca luz, pero a Lauren le dio igual.
-Si no quieres bajar, espérame aquí -dijo-.
Yo volveré enseguida.
La verdad es que a mí la idea de ir al
sótano tampoco me gustaba demasiado, pero, cuando Lauren empezó a bajar las
escaleras y Jasmine la siguió, decidí bajar para no quedarme solo. Estar solo
es un asco.
Como la casa es tan vieja, supongo que
esperaba encontrarme un sótano tenebroso y lúgubre propio de las mansiones de
las películas de terror, pero lo cierto es que el sótano de los señores Porter
está muy bien arreglado y tiene estanterías y un montón de cajas de cartón
esparcidas por todos lados.
Lauren le dio el teléfono a Jasmine
mientras ella se disponía a abrir una de las cajas.
-Mira -dijo-. Seguro que aquí dentro hay un
montón de cosas viejas de los tipos que vivían en la casa antes que mis
abuelos.
Y se puso a sacar un montón de cosas como
periódicos viejos y revistas y, cuando se quiso dar cuenta, ya había vaciado la
caja sin encontrar nada de su interés en ella. Y mientras ella y Jasmine se
dedicaban a abrir el resto de las cajas, yo empecé a observar las estanterías,
que estaban repletas de herramientas.
-¡Eh! -exclamó Lauren al rato-. He
encontrado unas fotos. Creo que es la familia que vivía aquí antes que mis
abuelos -le dio la vuelta a la fotografía y se la enseñó a Jasmine-. Mira, aquí
pone escrito “Los Walker”.
-Oh, sí -dije mientras cogía una llave
inglesa y le daba vueltas entre mis manos-. Yo conocí a los Walker. Son muy
buenas personas. A veces Sue, la hija pequeña, y yo jugábamos al escondite. Nos
lo pasábamos muy bien. Pero el perro no me gustaba. Tenían un pastor alemán,
¿sabes? Siempre que me veía se ponía a ladrar como un loco. No sé por qué. Los
Walker se mudaron porque Sue les dijo que tenía un amigo invisible que jugaba
con ella a veces, y a ellos eso les preocupó mucho. Qué cosas tienen los niños,
¿verdad? Inventarse amigos invisibles…
-¿Y si se fueron por el fantasma? -preguntó
Jasmine como si no me hubiera oído-. Tal vez vieron al fantasma, se asustaron y
se fueron.
-No digas tonterías -dije yo-. Los
fantasmas no existen.
-¿Tú también crees que esa historia es
cierta? -Lauren dejó la foto encima de una de las cajas y se volvió hacia
Jasmine-. Porque mis abuelos dicen que es mentira, pero hay veces, cuando se va
a hacer de noche, que me parece ver a alguien mirando los rosales del jardín.
Ya se lo he dicho a mis abuelos, pero ellos no me creen. Dicen que seguramente
es una sombra o algo así, pero te juro que parece una persona. Y respecto a la
historia del fantasma, no quieren saber nada de ella. Dicen que Oscar Halter no
existe, que es solo un rumor que la gente se ha inventado porque están
demasiado aburridos.
-¿Qué has dicho? -pregunté de golpe. La
llave inglesa se me resbaló de las manos y cayó al suelo haciendo un ruido que
debió sonar tremendamente estrepitoso pero que, curiosamente, yo casi no percibí.
¿De qué rumor estaba hablando? ¿Por qué había dicho Lauren que yo no existo
cuando llevo conociéndola desde la primera vez que vino de visita a la casa de
los señores Porter? Lauren y Jasmine pegaron un grito al oír el ruido y
empezaron a subir las escaleras corriendo-. ¡Oye, espera!
Conseguí salir del sótano en el momento
justo en el que Lauren cerraba la puerta de una patada y, cuando iba a
preguntarle de nuevo por qué había dicho aquello, Lauren y Jasmine echaron a
correr hacia la puerta, y después siguieron hasta llegar a la verja del jardín.
Yo las seguí, pero nada más atravesar la verja
aparecí de nuevo en el salón de la casa de los Porter. Y entonces me sentí muy
raro, como si estuviera flotando o algo parecido, y me senté en las escaleras
del porche porque no sabía qué otra cosa hacer, y he estado pensando en ello
hasta ahora.
No
sé por qué siempre que intento atravesar la verja aparezco en el salón. Lo he
intentado muchas veces, pero al final siempre pasa lo mismo. Es una cosa muy
rara.
Me levanto y me acerco a los rosales de la
señora Porter.
Mientras los observo, pienso en por qué
Lauren cree que no existo. Tal vez sea una broma. No lo sé.
Acaricio las rosas con una mano. Realmente
los rosales son muy bonitos. Creo que podría pasarme días enteros mirándolos y
no me daría ni cuenta.
Andrea Fernández Fernández.
2º premio en el concurso de cuentos "Valentín Andrés."
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