Érase una vez tres lobitos que vivían solos en el
bosque, y el mayor de ellos propuso que cada uno construyera una
casita antes de que el cerdo apareciese.
Cuando el menor de los lobitos terminó de construir
su casa de paja, apareció el cerdo y le dijo:
-Déjame entrar o correré y correré, y tu casa
derribaré.
El lobito no le dejó entrar y el cerdo empezó a
correr y a correr, y la casa del lobito de una patada derrribó.
El lobito se fue corriendo, asustado, a la casa de
madera del mediano. Cuando el cerdo llegó, le dijo:
-Déjame entrar, o correré y correré, y tu casa de una
patada derribaré. He derribado la de tu hermano, también lo haré con la tuya.
El lobito no le dejó entrar y el cerdo su casa de una
patada fue a derribar.
Los dos lobitos se fueron asustados a la casa de
ladrillo de su hermano mayor. Cuando el cerdo llegó, le dijo:
-Déjame entrar. Espero que no tengáis más hermanos
porque ya me canso de correr con esta panza que tengo. Déjame pasar a tu casa o
la derribaré de una patada.
El lobito no le dejó pasar, y los otros dos lobitos
asustados han de estar.
El cerdo empezó a correr y a pegar patadas a la casa pero,
como no la podía derribar, decidió entrar por la ventana. Cuando la abrió y ya
iba a pasar, había pinchos y se quedó clavado.
Y colorín colorado, el cerdo en la ventana pinchado
se ha quedado.
Elsa María Sánchez Rodríguez. 2º de
ESO.
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