15 de marzo de 44 a. de C.
EL ÚLTIMO DESFILE REPUBLICANO
La jornada prometía, el gran diseñador Tulio Manlio Augusto nos
presenta su colección y aseguramos que no será lo único que les deje
impresionados.
Día
crucial para la semana de la moda de Roma, y yo, Flavia Albia, os voy a contar
todo lo ocurrido en esta maravillosa jornada, la cual no ha dejado indiferente
a nadie. Los ciudadanos romanos más importantes, acompañados de sus mujeres, se
agolpan en la entrada del teatro para poder disfrutar de las últimas novedades
en moda.
"Espero
ver buenos tocados, para que las mujeres nos cubramos el pelo, y preciosos
diseños con los que poder acudir a los diferentes actos", nos contó Julia,
hija del cónsul Cayo Julio César.
Comienza
el primer desfile del día. El diseñador Tulio Manlio Augusto nos resalta que su
colección se basa en el uso práctico de las prendas a las que les ha dado un giro y añadido
detalles que ha conseguido tras viajar al territorio heleno.
La modelo
lució el primer diseño, una bella stola de
colores teja conjuntada con una palla
de tonos mostaza, la cual cubría el pelo y solo dejaba ver unos rizos que
adornaban la frente de la muchacha. El maquillaje era precioso: mejillas
rojizas, casi del mismo tono que sus labios. Sus ojos deslumbraron a todos los
presentes: largas pestañas, con un delineado y una bella sombra de ojos; la
perfección hecha maquillaje. Las más entusiasmadas con dicho conjunto fueron
las vestales, las sacerdotisas de Vesta y guardianas del fuego.
La segunda
prenda no fue, nada más ni nada menos, que una increíble armadura de colores
granates y dorados. La coraza estaba decorada con hermosos brocados que representaban
a la loba capitolina. Con ella, Tulio Manlio quiere demostrar el gran orgullo
que siente por nuestros antepasados. El imponente escudo tenía grabada la
cabeza de la Gorgona Medusa, símbolo de la Diosa Minerva; gracias a eso, los
legionarios tendrán de su parte a la divinidad de la sabiduría y estrategia en
guerra. La forma de presentar este modelo fue, con creces, la más original que
se ha podido ver en la historia de la semana de la moda. Tras desfilar un solo
soldado y presentarnos el uniforme, de las filas del público salieron decenas
de ellos y se colocaron en distintas formaciones militares y, entre ellas, la
formación tortuga, símbolo del poderío de nuestra gran civilización.
El tercer
diseño era el más esperado: un precioso quitón
de color azul cielo, acompañado de un peplo
de un azul marino. Este conjunto se combinaba con unas hermosas sandalias y un
cinturón que recordaba al nudo Gordiano, aquel que el gran Alejandro Magno
consiguió desatar. La modelo iba acompañada por dos hombres. El primero llevaba
un quitón de color azul, al igual que
la mujer, y un blanco himation con el que se cubría. El segundo varón iba
vestido con una clámide, una túnica
corta y una capa de la misma longitud,
de un color rojizo. Tulio Manlio Augusto quiere representar con esto la guerra
de Troya, y a Helena sujetada por los
dos hombres fundamentales en su vida, Menelao y Paris.
El
siguiente se puede decir que fue un desfile dentro de otro desfile, ya que nos
presentó tres túnicas para el día a día en la ciudad. La primera, una toga pulla,
de color oscuro, esencial para guardar luto. A continuación, una toga candida, perfecta para representar
la pureza de los candidatos a las elecciones debido a su color blanco. Y por
último, una toga picta, de hermosos
tonos morados y púrpuras, la adecuada para que nuestros generales celebren las
victorias conseguidas en las batallas de una forma elegante y llamativa a la
vez.
Llega el
final del desfile. El diseñador nos deleita con un hermosísimo vestido nupcial,
único e irrepetible. Pero el plato fuerte fue el velo de color azafrán, el cual
dejo embelesada, mejor dicho, nos dejó embelesadas a todas las asistentes al
espectáculo. La escena era preciosa: la novia, acompañada de su marido, subidos
en un carro y seguidos por su familia. Con esto, el diseñador ha querido
mezclar la tradición nupcial griega y romana.
Era el
momento de lo aplausos hacia Tulio Manlio Augusto cuando, de repente, una
legión irrumpió en el teatro. Todo se quedó en silencio, nadie se movía y los
legionarios rodearon el recinto. El centurión se subió en lo alto de un asiento
y pronunció estas palabras: "Romanos, Julio César ha muerto". La confusión inundó
el espacio. No podía ser, el gran Julio César, el azotador de la Galia, había
muerto. "Ciudadanos, el pueblo romano ha sido traicionado. Un grupo de
senadores ha asesinado a nuestro gran líder.
Exigimos justicia. Se os informa de que todo aquel que proteja, encubra
o esconda a cualquiera de los traidores será condenado al mismo castigo que
ellos." El público miraba desconcertado, buscando culpables y desconfiando de
los inocentes.
Me percaté
de que una silla estaba vacía: a mi derecha estaba sentado Bruto, el hijo
adoptivo de César. Justo cuando me iba a disponer a buscarlo, una voz retumbó
en todo el teatro: "¡Tú, traidor! Has de pagar con la vida al igual que tu
padre lo ha hecho. No serás el único castigado por vuestros actos y no serás el
único que no vuelva a ver la luz del día." Tras decirlo, los soldados se
abalanzaron contra Bruto, inmovilizándolo y llevándoselo a Júpiter sabe dónde.
Yo, Flavia
Albia, una simple reportera, he presenciado un maravilloso desfile y una escena
que estoy segura marcará el resto de nuestra historia. Hoy, en los idus de
Marzo del 44 a.C., nuestro querido Julio César ha sido asesinado y con él,
puedo afirmarlo, nuestra amada República. Oscuros tiempos se ciernen sobre Roma
y espero que este no sea el último de
mis escritos.
Paloma Labajos Pérez.
1º de Bachillerato. Literatura
Universal.
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