"LLa lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes a lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes

sábado, 22 de octubre de 2016

LA AVENTURA DE LOS CLÁSICOS CON MARY BEARD

15 de marzo de 44 a. de C.

EL ÚLTIMO DESFILE REPUBLICANO

La jornada prometía, el gran diseñador Tulio Manlio Augusto nos presenta su colección y aseguramos que no será lo único que les deje impresionados.
Día crucial para la semana de la moda de Roma, y yo, Flavia Albia, os voy a contar todo lo ocurrido en esta maravillosa jornada, la cual no ha dejado indiferente a nadie. Los ciudadanos romanos más importantes, acompañados de sus mujeres, se agolpan en la entrada del teatro para poder disfrutar de las últimas novedades en moda.
"Espero ver buenos tocados, para que las mujeres nos cubramos el pelo, y preciosos diseños con los que poder acudir a los diferentes actos", nos contó Julia, hija del cónsul Cayo Julio César.
Comienza el primer desfile del día. El diseñador Tulio Manlio Augusto nos resalta que su colección se basa en el uso práctico de las prendas  a las que les ha dado un giro y añadido detalles que ha conseguido tras viajar al territorio heleno.
La modelo lució el primer diseño, una bella stola de colores teja conjuntada con una palla de tonos mostaza, la cual cubría el pelo y solo dejaba ver unos rizos que adornaban la frente de la muchacha. El maquillaje era precioso: mejillas rojizas, casi del mismo tono que sus labios. Sus ojos deslumbraron a todos los presentes: largas pestañas, con un delineado y una bella sombra de ojos; la perfección hecha maquillaje. Las más entusiasmadas con dicho conjunto fueron las vestales, las sacerdotisas de Vesta y guardianas del fuego.
La segunda prenda no fue, nada más ni nada menos, que una increíble armadura de colores granates y dorados. La coraza estaba decorada con hermosos brocados que representaban a la loba capitolina. Con ella, Tulio Manlio quiere demostrar el gran orgullo que siente por nuestros antepasados. El imponente escudo tenía grabada la cabeza de la Gorgona Medusa, símbolo de la Diosa Minerva; gracias a eso, los legionarios tendrán de su parte a la divinidad de la sabiduría y estrategia en guerra. La forma de presentar este modelo fue, con creces, la más original que se ha podido ver en la historia de la semana de la moda. Tras desfilar un solo soldado y presentarnos el uniforme, de las filas del público salieron decenas de ellos y se colocaron en distintas formaciones militares y, entre ellas, la formación tortuga, símbolo del poderío de nuestra gran civilización.
El tercer diseño era el más esperado: un precioso quitón de color azul cielo, acompañado de un peplo de un azul marino. Este conjunto se combinaba con unas hermosas sandalias y un cinturón que recordaba al nudo Gordiano, aquel que el gran Alejandro Magno consiguió desatar. La modelo iba acompañada por dos hombres. El primero llevaba un quitón de color azul, al igual que la mujer, y un blanco himation  con el que se cubría. El segundo varón iba vestido con una clámide, una túnica corta  y una capa de la misma longitud, de un color rojizo. Tulio Manlio Augusto quiere representar con esto la guerra de Troya, y a  Helena sujetada por los dos hombres fundamentales en su vida, Menelao y Paris.
El siguiente se puede decir que fue un desfile dentro de otro desfile, ya que nos presentó tres túnicas para el día a día en la ciudad. La primera, una toga pulla, de color oscuro, esencial para guardar luto. A continuación, una toga candida, perfecta para representar la pureza de los candidatos a las elecciones debido a su color blanco. Y por último, una toga picta, de hermosos tonos morados y púrpuras, la adecuada para que nuestros generales celebren las victorias conseguidas en las batallas de una forma elegante y llamativa a la vez.
Llega el final del desfile. El diseñador nos deleita con un hermosísimo vestido nupcial, único e irrepetible. Pero el plato fuerte fue el velo de color azafrán, el cual dejo embelesada, mejor dicho, nos dejó embelesadas a todas las asistentes al espectáculo. La escena era preciosa: la novia, acompañada de su marido, subidos en un carro y seguidos por su familia. Con esto, el diseñador ha querido mezclar la tradición nupcial griega y romana.
Era el momento de lo aplausos hacia Tulio Manlio Augusto cuando, de repente, una legión irrumpió en el teatro. Todo se quedó en silencio, nadie se movía y los legionarios rodearon el recinto. El centurión se subió en lo alto de un asiento y pronunció estas palabras: "Romanos, Julio César ha muerto". La confusión inundó el espacio. No podía ser, el gran Julio César, el azotador de la Galia, había muerto. "Ciudadanos, el pueblo romano ha sido traicionado. Un grupo de senadores ha asesinado a nuestro gran líder.  Exigimos justicia. Se os informa de que todo aquel que proteja, encubra o esconda a cualquiera de los traidores será condenado al mismo castigo que ellos." El público miraba desconcertado, buscando culpables y desconfiando de los inocentes.
Me percaté de que una silla estaba vacía: a mi derecha estaba sentado Bruto, el hijo adoptivo de César. Justo cuando me iba a disponer a buscarlo, una voz retumbó en todo el teatro: "¡Tú, traidor! Has de pagar con la vida al igual que tu padre lo ha hecho. No serás el único castigado por vuestros actos y no serás el único que no vuelva a ver la luz del día." Tras decirlo, los soldados se abalanzaron contra Bruto, inmovilizándolo y llevándoselo a Júpiter sabe dónde.
Yo, Flavia Albia, una simple reportera, he presenciado un maravilloso desfile y una escena que estoy segura marcará el resto de nuestra historia. Hoy, en los idus de Marzo del 44 a.C., nuestro querido Julio César ha sido asesinado y con él, puedo afirmarlo, nuestra amada República. Oscuros tiempos se ciernen sobre Roma y espero que este no sea el último  de mis escritos.
Paloma Labajos Pérez.
1º de Bachillerato. Literatura Universal.

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