"LLa lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes a lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes

viernes, 17 de junio de 2016

ACOSO ESCOLAR


 
En Galloping Foxley, Roald Dahl nos muestra el maltrato que sufre el protagonista del cuento por parte del personaje que da título al mismo. Esta circunstancia nos sirvió para que nuestro alumnado comunicara sus propias experiencias. Como se verá, en muchos casos, no se publican los nombres de las personas que sufrieron o contemplaron este maltrato. Aunque son hechos del pasado, el miedo a ser señalado o señalada sigue estando muy presente… al igual que el dolor sufrido.


En mi colegio, cuando tenía cinco años, tres de mis compañeros me cogieron por los hombros. Me pusieron sobre el borde una alcantarilla y me empezaron a pegar patadas en las costillas, hasta que una niña avisó a los profes de recreo para que vinieran a castigarles.

Anónimo.


Hace aproximadamente unos 5 o 6 años, en el colegio, sufrí acoso: no fue físico, pero sí psicológico. La gente se metía conmigo por mi forma de vestir, de pensar, y de ser. Eran críticas e insultos diarios hasta el punto en el que he dejado de valorarme a mí misma como persona.

Anónimo.


La primera situación de acoso que sufrí fue el primer año de ESO. Ningún compañero de clase reaccionó, pero un chico de unos cursos superiores, mi prima y su amiga, reaccionaron; gracias a ellos, esas personas no volvieron a decirme nada.
     Todo empezó un día en el que iba a saludar a mi primo y, sin querer, choqué con una persona, quien me amenazó.
Sus amigas me esperaban a la salida hasta que un día se lo conté a mi prima y a un amigo, y ellos hablaron con esas personas. Me pidieron perdón. Ahora no tengo relación ninguna con esas personas.

Anónimo.


En el año 2010, yo sufrí acoso escolar por parte de mis “amigos”: ellos me humillaban y se reían de mí, y todos los días eran iguales.
Los que me acosaban no eran todos los de la clase, pero sí una pequeña parte. Los demás se reían cuando me pegaban o me encerraban en el baño. En los recreos, siempre estaba solo porque todos me marginaban.

Javier Alonso Herrero.


   En 6º de Primaria, sufrí acoso escolar por parte de cuatro personas que no dejaban de meterse conmigo. Me pegaban, me insultaban. Un día me harté y se lo dije a mi madre quien se lo dijo al director. Este no hizo nada y, por eso, mi madre cogió y fue al cuartel de la Guardia Civil y puso una denuncia. Desde entonces, nadie se mete conmigo.

Anónimo.


Todo sucedió en el colegio, a raíz de un examen. Como todo el mundo, yo tenía a mi grupo de amigas, quienes nos llevábamos perfectamente.
Pero un día, en clase de Matemáticas, nos entregaron los resultados de los controles. Una de mis amigas había suspendido, y miró con rabia mi examen, el cual había aprobado.
A partir de ahí, todo cambió. Ella arrastró a la mayoría de la clase hacia su propósito aprovechándose de la falta de personalidad de algunos. Viví casi un curso con ello, hasta que no pude más y lo conté. MI madre ya había notado algo en mí, pero quiso que yo diera el paso y lo dijera.
Afortunadamente, la situación se cortó radicalmente, y volví a ir al colegio tranquila. Desde ese momento, nunca más sentí esa sensación de ser invisible, y no quiero volver a tener que pasar por ello.

Anónimo.


Cuando estaba en 3º de Primaria, sufrí acoso. Esto se debía a que tenía una “enfermedad” en el estómago, el cual crecía desmesuradamente. Me insultaban pero yo no les hacía caso. Llegué a 4º de Primaria, y la enfermedad había sido erradicada, pero habían quedado secuelas: el sobrepeso había quedado ahí, y a esa edad no era capaz de asimilarlo.
Pasó el tiempo y llegué a 6º de Primaria. Ya había bajado de peso, pero mis compañeros me seguían insultando. Hubo un tiempo en que no comía, no dormía, era incapaz de hacer una vida normal por culpa de ellos. Pero el verano de ese mismo año, bajé 20 kg de peso y no volvieron a insultarme más.

Yeray Noguerol Fernández.


En el instituto en que estaba yo antes de venir aquí, en 1º de ESO, había un compañero mío de clase al que no paraban de pegarle, amenazarle, quitarle las cosas, e incluso llegaron a tirarle algunas por la ventana.
Yo hablé con él diciéndole que fuera a comentar lo que le pasaba con el director. El me decía que no porque le pegarían. Le convencí para ir a Jefatura, lo explicamos todo, y el Jefe de Estudios nos dijo que iba a llamar a los padres de los alumnos que le hacían eso; llegaron a llamar incluso a Servicios Sociales.
Dejaron de insultarle, pegarle y amenazarle.

Ainara Álvarez Cárdenas.


Me acuerdo de una amiga a la cual nadie quería por su familia, es decir, recuerdo cómo la despreciaban porque sus padres estuvieron en la cárcel, sin darse cuenta de que, no por ser su hija, ella también iba a ser una delincuente.
Llegó el momento en que hasta los profesores la despreciaban, la gente del pueblo la miraba mal y la insultaban a lo lejos, sin saber que ella no había hecho nada.
Afortunadamente, se mudaron a otra ciudad olvidándose de todo y formando buenas relaciones con algunos de nosotros.

Naiara Manchado Fernández.


Cuando iba a 6º de Primaria, venía conmigo una chica que no tenía para ducharse y apenas para comer. A muchos de mi clase les daba asco, y le hacían todo tipo de cosas, hasta que llegaba a llorar o se cambiaba de mesa en el comedor escolar. Se reían de ella y le gastaban toda clase de “bromas”.
Lo que yo sentía era pena, pero no hacía nada, simplemente me reía con mis amigas. Yo no le hacía nada a ella, pero tampoco hacía nada por ayudarla.

Sara Gutiérrez Peláez.


Dicen que vivir el acoso y verlo no es lo mismo, pero las cosas que he llegado a ver me han dolido hasta a mí.
Se suponía que ellas eran amigas pero, como dice el dicho, “hay amores que matan”. A una de ellas, siempre que hacía algo mal, la otra la cogía de la coleta, le tiraba del pelo y le clavaba las uñas.
Yo, una vez, me metí en la pelea, pero terminó mal porque hasta la maltratada estaba en mi contra.

Anónimo.








           









1 comentario:

  1. Estupendos relatos de una situación más generalizada de lo que creemos.
    ¿Por qué se es tan cruel con el otro en la infancia y la adolescencia ?
    Con vuestro permiso, de manera anónima, utilizaremos los relatos en las tutorías del próximo curso.
    Blanca Núñez

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