"LLa lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes a lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes

lunes, 30 de mayo de 2016

SOLO QUIERO DECIR, LO SIENTO

     Era muy pequeña cuando mis abuelos murieron, solamente tenía ocho años, por lo que casi no me acuerdo de cómo pasó todo. Recuerdo los días en los que mi padre me llevaba a verlos (todos los fines de semana), pues no trabajaba. Todavía puedo sentir el olor a galletas y vainilla de mi abuela Maria Filomena, era algo confortable. Cuando entraba en su casa, lo primero que hacía era darles un beso a los dos. En ese momento, podía darme cuenta del dolor de mi abuelo Carlos, de su tristeza y agonía. ¡Cómo podía saber de su enfermedad si solo tenía seis años! Claro que siempre me pregunté por qué tenía que andar en silla de ruedas, pero nunca lo dije en alto. Recuerdo ver a mi padre con las lágrimas en sus ojos, aunque pensaba que eran de felicidad. ¡Ojalá hubiera sabido todo, antes de quedarme sin nada!
       Mi abuelo murió cuando tenía siete años, aún estaba en Portugal. Me enteré al escuchar una conversación de mis padres; sin embargo, no supe muy bien lo que decían, solo me percaté de algunas palabras como “abuelo” y “muerte”. No lloré, ni tampoco fui a su funeral, pues no podía al ser muy pequeña. Más tarde, mientras viajaba por primera vez a España, mi madre recibió una llamada de mi padre. Mi abuela había muerto. Tampoco lloré.
Ahora solo puedo pensar en lo tonta que fui. Perdí a mis abuelos, pero no sufrí por ellos. Al crecer, me di cuenta de varias cosas: del dolor de mi padre, de la verdadera causa de sus muertes y de tan cruel que la vida es, solo con las buenas personas. Mi abuelo se fue por culpa de un cáncer de próstata y mi abuela, por alzheimer. Solo ahora sé cuánto sufrieron.
Si tuviera que ver el lado positivo, diría que ahora ellos están bien, no sufren, y se encuentran felizmente juntos. También, que tengo la esperanza de volver a verlos para decirles cuánto lo siento: no haber estado más tiempo a su lado, no haber aprovechado todas las ocasiones juntos, no haber llorado cuando debía. Por ser la peor nieta del mundo al no haber apreciado cada abrazo, beso, minuto, palabra y gesto. Por ser tan estúpida al no enterarme de su dolor. También les diría cuánto los quiero, y que nunca los olvidaré. Siempre los llevaré conmigo el resto de mi vida. Los amo mucho.

Catarina Alexandra Patricio Ferreira. 
1º de Bachillerato.

Maria Filomena y Carlos


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