La oscuridad en mi habitación se hace sol
iluminada por los pensamientos
que son cárcel, cárcel de incertidumbre,
cárcel de ideas perdidas . . . cárcel.
Los barrotes son mi lucha sin cuartel,
son mi mente sin freno,
son mi triste madurez en busca del
elixir de la eterna juventud ;
juventud que es tu castigo,
juventud que es mi condena.
El tiempo disperso en un bucle que no tiene fin.
Ojos negros que me embriagan,
piel morena que me ciega,
perlas blancas al abrigo de sus cubiertas
de terciopelo rojo. Siempre linda.
Siempre dispuesta. Tu sonrisa.
Canas que al peinar arrastran cicatrices antiguas;
más que el tiempo, heridas sin sanar,
batallas perdidas, honor anclado al fondo.
Y mi niña sigue ahí dentro, profundo, gritando
su lamento. Ella ya no volverá.
Mi lamento que es mi prisión ; mi sonrisa,
mi disfraz ; mi ilusión, una tortura ; y mi mirada, un antifaz.
Pamela Polanco Corniel
Felicidades Pamela por tu poesía. Ya sabes que me gusta todo lo que escribes y generosamente me lees. Espero no dejes nunca de escribir y de leer.
ResponderEliminarUn saludo
Blanca