"LLa lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes a lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes

lunes, 11 de octubre de 2010

CARCAJADAS EN HALLOWEEN

Aquella noche invitaba a la magia. Una gran luna llena pendía de un cielo azul oscuro plagado de estrellas, y una imperceptible neblina blanca se deslizaba lentamente, “casi al acecho” de lo alto de las montañas al valle.
Un grupo de chicos de entre trece y quince años se las habían arreglado para quedar a medianoche en el viejo caserón que se encontraba a las afueras del pueblo. Cada uno había tenido que poner una excusa diferente a sus padres, ya que no les iban a dejar ir, porque todos en el pueblo decían que la casa estaba encantada.
Había muchos rumores diferentes acerca de la mansión. Unos vecinos contaban la historia de que en la casa vivía antiguamente una mujer loca que había ahogado a su hija en la bañera, y que el espíritu de la pequeña pululaba por el caserón. Otros decían que en el hogar se habían cometido terribles crímenes y que la sangre derramada permanecía en las paredes.
Sin embargo, a pesar de las tenebrosas historias que se relataban, los chicos habían decidido que la casa era el mejor lugar para celebrar Halloween y contar historias de miedo a la luz de una vela.
Llegaron a la casona y empujaron la puerta levemente,…ésta se abrió con un desagradable chirrido. Miraron al interior, estaba tan oscuro como la boca del lobo, ipso facto encendieron todos a la vez sus linternas. El mayor de todos, Paul, entró el primero; los demás le siguieron en fila india.
Empezaron a inspeccionar las distintas estancias de la casa con el corazón encogido por el miedo y expectantes por si algo ocurría. Una vez que hubieron recorrido todas las zonas de la casa localizaron una puerta que conducía al sótano. Bajaron los quejumbrosos escalones con cuidado de no caerse.
Ya en el sótano se sentaron en el suelo con las piernas cruzadas, formando un círculo. Apagaron todas las linternas dejando solo un haz de luz brillando en la estancia. Paul decidió empezar a contar su historia.
Entonces la puerta se cerró con un golpe. Todos se sobrecogieron pero enseguida pensaron una explicación lógica. Justo cuando empezaban a tranquilizarse escucharon extraños ruidos de objetos arrastrándose por el suelo de la planta superior y unos pasos que se acercaban a la puerta del sótano.
En el momento en que oyeron abrirse la puerta comprobaron histéricos que las linternas no se encendían. Se quedaron pegados los unos a los otros en un silencio sepulcral y como única compañera a la oscuridad.
El ruido de los pasos se oía cada vez más cercano descendiendo por las escaleras y comenzó a duplicarse y triplicarse y cuadriplicarse y quintuplicarse…
A partir de ese momento no se supo nada más de los chavales aunque los vecinos los buscaron por todos los rincones del pueblo.
Hay quien dice que todos los años en Halloween se encienden luces dentro de la casa y se oyen carcajadas malignas. Los habitantes de la villa no salen de sus casas encerrados a cal y canto.
Laura Fresco Magadán. 3º A

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