Éranse una vez cinco tortugas que vivían en una
charca muy bonita en el bosque, rodeada de árboles, plantas y flores. También
había un puente por el que bajaban todas las mañanas para darse un baño. En la
charca había ocas y unas figuras en forma de cubos con puntos en cada lado.
Además, había ranas y ocas; algunas ranas se pasaban todo el día croando,
nadando y buceando. Las tortugas estaban hartas.
-¡Estas ranas no se callan ni debajo del agua!
–dijo una tortuga.
-Podríamos irnos de esta charca corriendo –dijo
otra tortuga.
Las ranas escucharon lo que habían dicho las
tortugas y se echaron a reír.
-¿Corriendo? Si vosotras solo podéis ir a paso
de tortuga –respondió una rana.
Las tortugas hicieron oídos sordos y se
marcharon poco a poco. Pasaron las horas caminando y, de repente, vieron otra
charca, ¡y allí estaban las ranas croando!
-¡¿Cómo es posible?! –dijo una tortuga
extrañada.
-Muy sencillo, ¡tiramos los dados y nos ha dado
resultado! –dijo una rana muy seria.
Las ocas también estaban allí y todas a la vez
dijeron: “¡De oca a oca y tiro porque me toca!”
Las tortugas subieron por el puente y
exclamaron: “¡De puente a puente, y tiro porque me lleva la corriente!”
Saltaron al agua dejándose llevar por la corriente del río; llegaron al mar y
se sintieron libres. Encontraron un islote y pasaron la noche allí. Mientras
dormían, soñaron con las ranas croando. Al despertar, se dieron cuenta de que
todo había sido un sueño.
Diego
Díaz García. 3º de ESO.
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