Poco después de que
escaparan de la isla de los cíclopes, Ulises fue transportado en un sueño al
Olimpo, donde le aguardaban todos los dioses del panteón para juzgarlo por
haber dejado ciego a Polifemo, hijo de Poseidón.
Nada más llegar, Ulises se
encontró ante todos los dioses. La diosa Atenea se levantó y le explicó qué
hacía allí, por qué le juzgaban y cómo sería el juicio. Tras la acusación por
parte de Poseidón y la defensa por parte de Ulises, Zeus dictó que Poseidón
podría castigar a Ulises levemente siempre y cuando este no supiera cuál sería
el castigo ni cuándo se llevaría a cabo. Mientras los dioses decidían qué
castigo sería justo para el guerrero, este se entretuvo admirando las armas y
armaduras que Atenea guardaba en su mansión.
Unos ruidos sorprendieron a
Ulises y este se acercó al lugar de donde procedían, hasta que se paró enfrente
de una puerta mal cerrada. Ulises fue corriendo a buscar a Atenea para contarle
lo que había visto. Atenea, horrorizada, fue a buscar a Zeus implorando
justicia y antes de que Ulises pudiera enterarse de algo más o presenciar una
pelea entre dioses, le mandaron a la tierra de vuelta.
Sin embargo no acababa ahí
la historia. Haberse chivado a Atenea de haber encontrado a Poseidón y Medusa
en casa de esta, juntos en el lecho conyugal, provocó un mayor enfado en
Poseidón y unas enormes ganas de vengarse del dios. Pero no todo fue malo en
ese viaje, pues la gratitud que sentía Atenea la llevó a querer proteger a su
devoto aventurero a toda costa.
Cuando Ulises despertó,
intentó contarles lo sucedido a sus compañeros, pero aún era de noche y todos
dormían. Asustado por el rencor que le pudiera guardar Poseidón, se dedicó a
montar guardia toda la noche mientras pensaba cuál podría ser su castigo y cuándo
se llevaría a cabo. A sabiendas de que era un héroe de la batalla de Troya y
amigo de un semidiós, tenía esperanzas de que Atenea y Zeus le defendieran de
los males que Poseidón le tenía preparados.
Una fuerte ola repentina, ya
que el mar se encontraba en calma, sacó a Ulises tanto de sus pensamientos como
del barco y llegó nadando a una pequeña isla donde, por obra de los dioses,
encalló su barco. Ulises se encontró con Hermes en la isla y este le avisó de
que Poseidón y Zeus estaban discutiendo acaloradamente a causa de la relación a
escondidas entre Medusa y el dios del mar. También le contó que Atenea, muy
enfadada, planeaba una venganza contra Medusa; específicamente pretendía
convertir sus piernas en una cola de serpiente y sus cabellos en un nido de
serpientes petrificadoras, de modo que todos la temieran y se asustaran al
verla, y el que se atreviera a hacerlo quedara petrificado si esta le miraba a
los ojos.
Ulises agradeció a Hermes
que le contara lo sucedido y juró no revelárselo a nadie. Además, Hermes le aconsejó
ponerse en camino de nuevo y le advirtió de que una prueba de confianza por
parte de los dioses le esperaba, así que debía estar con los ojos bien abiertos,
si quería llegar a salvo a casa.
Profesora:
Noemí González
No hay comentarios:
Publicar un comentario