Esta es la historia de un
hombre que, con pocos recursos, consiguió sus deseos. Esta es la historia de mi
bisabuelo.
Soleiman Jadmes, nacido en tierras sirias, residía en la
aldea de Zomma. Su país iba entrando en una crisis que produjo la consiguiente
emigración de sus habitantes. Soleiman había oído hablar de un lugar en el
norte de Chile cuyo nombre era parecido al de su pueblo, pero con unas costas
espléndidas. Su hermano había emigrado tiempo atrás y solo quedaba el menor,
Isa. De este modo, dos importantes factores lo empujaban a esas tierras
desconocidas.
Ya era oficial, ya podía cambiar su vida, empezar una
nueva en el poblado de Mejillones, un importante puerto chileno. Parece que esto
fue posible a la educación adquirida tiempo atrás, un privilegio que no todos
podían tener.
Soleiman desembarcó en el puerto de Trípoli, en el actual
Líbano. Su viaje comenzaba sin nadie que le acompañara, solo él y su destino.
Pasaban los días y, aunque Chile seguía lejos, logró visitar países como EEUU,
Francia e Inglaterra, donde recolectó objetos y amistades. Ya quedaba menos
para llegar a su destino.
Finalmente arribó a Mejillones pero tuvo que recorrer
mucho hasta llegar ahí. Inicialmente desembarcó en Valparaíso, una localidad de
Chile central. Allí conoció a otros árabes, los Sumar y los Yarur, que se
dirigían a la capital, Santiago de Chile, a hacer fortuna. Durante la estancia,
su nombre fue traducido como Salomón Amado Jales y fue adquiriendo poco a poco
nuevas costumbres sin olvidar las suyas. Y así fue viajando hasta Mejillones,
donde iniciaría su nueva vida.
Pasaron los años y formó una familia junto a su esposa y
sus once hijos, y su hermano Isa con quien fundó una empresa. Fue abandonando
algunas tradiciones árabes pero allí fue feliz y daría lugar a una larga
descendencia que continúa hoy.
Matías
Andrés Chacana. 2º de ESO.
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