domingo, 21 de octubre de 2018

CASUALIDADES


Esa fue una mañana lluviosa. Era viernes 23 de mayo de 2004. Carlos se levantó, como todos los días, a las cinco y media de la mañana y se preparaba para ir a trabajar. Siguió su rutina como de costumbre: puso su cafetera y se fue a duchar mientras el olor amargo del café llenaba toda la cocina. Se vistió, desayunó, lavó sus dientes y salió en su coche rumbo al trabajo, trayecto que solía durar algo menos de dos horas.

María, una joven estudiante de Magisterio aficionada a la música, se levantó a las seis y media de la mañana para ir a la universidad. Ese día tenía el examen final, por lo que estaba algo preocupada a pesar de haber estudiado y preparado el examen para aprobar sin ningún problema. Sabía que su profesor era muy exigente y eso la ponía nerviosa.

Como la mañana era lluviosa, eso hacía el tráfico más intenso y los charcos mucho más abundantes. Eran sobre las ocho menos diez. María estaba caminando por el andén con sus cascos y su música a todo volumen cuando Carlos, apurado por su retraso, pasó por encima de un charco mojando a María de la cabeza a los pies. Cuando Carlos se dio cuenta del accidente que había causado, se detuvo y fue de inmediato a ver si ella estaba bien, sin saber que en pocos segundos conocería a quien sería su compañera por el resto de su vida. 

Ángela Pastor Álvarez. 1º de Bachillerato.

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