"LLa lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes a lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él, porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua". Miguel Delibes

lunes, 14 de mayo de 2018

ATRACO SIN PISTAS


            Carlos llegó a su oficina en el banco como todas las mañanas, sobre las ocho; le gustaba llegar el primero y tener todo preparado para cuando llegasen sus clientes. Todo estaba en orden, pulsó el código de la alarma y entró, se preparó un café y se dispuso a ordenar papeles que le habían quedado pendientes antes de comenzar los cuatro días de vacaciones de Semana Santa.

            Poco a poco fueron llegando todos los empleados y poco después de las nueve entró el primer cliente, que venía a recoger una importante cantidad de dinero. Manuel, que era el empleado que atendía el mostrador en ese momento, fue hasta la caja fuerte y metió la combinación para activar el sistema de apertura. Este se quedó pálido cuando vio que la caja estaba vacía, no había rastro de los miles de euros que habían quedado allí la semana anterior. Rápidamente corrió al despacho del director y le contó como pudo lo que acababa de ver con sus propios ojos. Carlos se levantó de la silla sin esperar ni un minuto y se fue directo a la caja fuerte. ¿Cómo era posible? Las puertas no estaban forzadas, la alarma no había saltado y todo estaba exactamente igual que lo habían dejado. No daba crédito, menudo lío tenía encima.

            Hizo una llamada de teléfono y enseguida llegaron sus superiores con la policía. El inspector Arias se hizo cargo de la investigación, empezó a interrogar a todos los empleados y a tomar huellas de todo lo que rodeaba la caja fuerte para intentar descifrar aquel misterio. Puso mucho empeño y durante varios días dedicaba montones de horas a intentar encontrar alguna pista, pero los días pasaban y no conseguía avanzar ni un solo paso. Menudo desastre, él, que siempre había resuelto todos los casos que le daban sin mayor problema, se empezaba a desesperar y creía que no iba a ser capaz de resolver la desaparición del dinero.

            Al cabo de unos días, cuando ya había tirado la toalla, se le ocurrió que a lo mejor no había entrado nadie en el banco, sino que se habían llevado el dinero desde dentro. Se fue corriendo hasta el banco y pidió permiso al director para inspeccionar la caja fuerte otra vez. La examinó muy bien y en la parte de abajo, en una esquinita, descubrió un pequeño agujero. Evidentemente nadie podría haber entrado por allí, era imposible, pero el inspector decidió desmontar la caja por aquella esquina. Vinieron los trabajadores del banco especializados en ese trabajo y fueron desmontando la caja tornillo a tornillo y chapa a chapa.

            Lo que descubrieron los dejó a todos asombrados. En una de las paredes del banco, se había instalado una familia de ratoncitos y habían hecho su nido con todos los billetes que habían robado de la caja. Parecía increíble que hubieran trabajado tantísimo en solo cuatro días, pero así era. Y al inspector Arias siguió sin resistírsele ningún caso.

Pelayo Porrón Uría.
1º A de ESO.

Prof. Noemí González García

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